Si salimos a la calle a hacer una encuesta informal y preguntamos a cualquier mujer relativamente joven con la que nos encontremos cuál es su trabajo soñado, es probable que ninguna nos responda con ser prostituta. La prostitución no es un trabajo de vocación, o al menos así nos lo han hecho creer. No hay jóvenes que un día se despiertan con ganas de ser prostitutas y dedicarse de pleno a ello. Las chicas quieren ser enfermeras, médicos, abogadas, cantantes, actrices, veterinarias… Pero nunca escorts. Y sin embargo, la edad de introducción a la prostitución es cada vez más baja en nuestro país. El fenómeno de las universitarias escorts se hace cada vez más patente en los portales de anuncios para adultos. Las chicas han encontrado un filón en el sexo, porque tienen la mente más abierta y han decidido que es un trabajo como otro cualquiera. Posar desnuda y vender sus fotos en Onlyfans, convertirse en actrices porno o incluso entrar directamente a la prostitución para ganar mucho dinero. Parece muy sencillo, pero en realidad no lo es.
Son muchas las chicas jóvenes que entran en este mundo sin saber realmente lo que hay detrás. Y no nos referimos solo a la cara oscura del negocio, la del proxenetismo y la trata de blancas. Estamos hablando de mujeres que, por propia voluntad, deciden iniciarse como escorts para aprovechar sus encantos, para ganar dinero, o por pura necesidad económica. Sea cual sea el motivo, desde fuera, lo de ser prostituta se ve como algo sencillo. Basta con desnudarse y entregarse al placer con los clientes, nada más. Lo único que supone una barrera para muchas es precisamente la moral, el sexo convertido todavía en tabú. Y sin embargo, cuando consiguen dejar eso atrás y se inicien, entienden que una escort no lo es solo por entregar su cuerpo. Que las prostitutas necesitan desarrollar ciertas cualidades que, tal vez ya tengan desde siempre, o que deben potenciar para mejorar y captar a más clientes. En definitiva, que no es algo tan sencillo en lo que una pueda entrar sin preparación. Estas son las cualidades que toda buena amante profesional debe poseer.
Habilidades sociales
Una chica que sea tímida y no sepa moverse bien en determinados círculos sociales seguramente no encuentre mucho futuro en la prostitución. Cuando hablamos de habilidades sociales nos referimos a ser simpática, tener carisma y saber conectar con las personas que tiene a su alrededor. Esto es algo que tiene mucho que ver con la empatía, como veremos después, pero va mucho más allá. La sociedad es la que marca, al fin y al cabo, las costumbres y la forma de comportarse de cada cual. Y una amante que aspire a llegar lejos debe conocer todos esos tropos sociales, manejarlos y saber gestionarlos de la mejor manera posible para mostrarse siempre preparada para todo. Las escorts que también ofrecen servicios de acompañamiento a eventos deben destacar precisamente por esa habilidad social. Ser elegantes, educadas, tener buena conversación…
Artes amatorias
Está claro que una escort que no sepa entregarse en el placer, que se ponga muchos tabúes o que no pueda saciar a sus clientes no va a llegar muy lejos en este negocio. Como estamos comprobando, a una amante profesional se le pide mucho más que un buen cuerpo y una pasión ardiente, pero es que sin esto último tampoco tendría mucho sentido el vivir del sexo. Las chicas que se entregan como escorts suelen tener ya experiencia en su vida privada, y saber que son buenas en esto. No basta con conocer algunas fantasías y ponerlas en práctica. Una profesional del placer va a encontrarse con todo tipo de clientes, cada cual con su propia idea del sexo y sus propios deseos. Por eso es importante saber cómo saciarlos a todos y ser una verdadera experta en las artes amatorias.
Por fortuna, como con cualquier otra habilidad, la práctica hace al maestro, y la chica que no sea tan buena en la cama terminará aprendiendo mucho a base de entregarse con más y más clientes. La experiencia siempre es un punto muy a favor de las escorts, por eso muchos hombres buscan a amantes más maduras, sabiendo que conocerán mejor los secretos del placer. Dentro de las artes amatorias no incluimos solamente el sexo explícito, sino también esa capacidad de seducción que hará que el cliente de el primer paso. Una chica que quiera convertirse en escort profesional debe saber sacarse partido, ser atractiva y sensual y mostrar todo su potencial en apenas una foto, en la primera impresión. Se trata de convencer a los hombres para que caigan en esta tentación, y estar luego a la altura de las expectativas.
Capacidad de empatía
Definimos brevemente la empatía como la participación afectiva de una persona en los sentimientos o emociones de otra. Lo que se suele referir como “ponerte en el lugar del otro”. Es una capacidad que viene muy bien en la vida diaria, pero es especialmente importante en este tipo de trabajos donde las emociones y el afecto están a flor de piel. Una escort profesional debe ser capaz de ponerse en el lugar del cliente para saber qué es lo que está pensando, o qué le lleva a la situación en la que está. No todos los encuentros serán de color de rosa, y habrá clientes que tengan ciertos problemas afectivos que acaben también incidiendo en su sexualidad. Por eso, la comprensión de las chicas es imprescindible para conseguir que el cliente se sienta cómodo y pueda desarrollar todo ese deseo y esa pasión que guarda dentro.
Inteligencia emocional
Otra de esas características de las que todos hablan, pero que pocos llegan a comprender de verdad. ¿Qué es la inteligencia emocional? Tiene que ver mucho con la empatía, con saber leer las emociones de otras personas, y también las nuestras, para contenerlas y canalizarlas. Por ejemplo, si el cliente está demasiado nervioso y no consigue tener una erección, la amante profesional debe saber cómo atajar ese problema, entendiendo la necesidad del cliente. Su propia inteligencia emocional le permite acceder a ciertos recursos que seguramente harán sentir al cliente mucho más cómodo en esa situación. Digamos que la inteligencia emocional nos sirve para entender mejor nuestras cualidades y saber cómo y cuándo utilizarlas de la mejor forma posible. Se trata de conectar con el cliente, en cierto sentido, para llevar a cabo un servicio mucho más intenso y especial, mucho más personal.